Óscar Arias Sánchez
Costa Rica está en Centroamérica, esa franja estrecha de tierra que separa el océano Pacífico del mar del Caribe, Norteamérica de Sudamérica. Ha sido desde hace mucho un país pacífico sin historia de esclavitud.
Esta era la tierra pacífica en la que, en 1941, Oscar Arias Sánchez nació. En una de las familias más ricas del país que cultivaban café.
Circundando su tierra natal hay otros países Centroamericanos con una larga historia de revueltas: Panamá y Nicaragua; y al norte de Nicaragua, El Salvador y Honduras. Según Oscar crecía, esos países vecinos se plagaban constantemente de bandidos y carteles de la droga, revolucionarios y dictadores.
Oscar era un estudiante muy bueno. Se graduó en la escuela secundaria y fue a estudiar Economía y Leyes en la Universidad de Costa Rica, diplomándose en 1966. Él continuó su educación en el extranjero y durante los siguientes tres años estudió en Inglaterra en la Universidad de Essex y en la Escuela de Economía de Londres, donde consiguió su grado de doctorado. Su tesis, “Grupos de presión en Costa Rica”, publicada en 1971, ganó el Premio Nacional de Ensayo.
Gracias a la escuela y a sus viajes de ultramar, creció su interés por la política y los derechos humanos. Regresó a una Centroamérica que era pobre y estaba en dificultades. Supo que la gente podía ser el mejor recurso que cualquier país podía tener si se impulsaba el desarrollo humano, la educación y la democracia, y si alguien podía persuadir a los ejércitos de que pararan de luchar.
El Dr. Arias comenzó a planificar y trabajar por la paz. En 1972, se le nombró ministro de planificación y política económica de Costa Rica. Fue elegido para el Congreso en 1978 y se hizo secretario general del Partido de Liberación Nacional en 1981. En 1986, fue elegido presidente de Costa Rica.
Como presidente, a menudo fue en persona a escuchar las preocupaciones de su gente. Estaba claro desde el comienzo que no sólo buscaba liderar una nación en paz con sigo misma sino llevar adelante una filosofía de paz y dignidad humana para que el mundo prestara oídos. Él explicó: “La mía es una gente desarmada cuyos niños jamás han visto a un combatiente o un tanque o un barco de guerra”. No vio esto como una desventaja sino como un beneficio, como el declaró: “Las armas no disparan por si solas. Los que han perdido la esperanza las disparan”.
Con enfurecidas batallas al otro lado de sus fronteras, él mantenía un alto nivel de humanidad. “Mi país es un país de profesores. Por tanto es un país de paz”, dijo él. “Nuestros niños se ocupan de ello con libros bajo sus brazos, no con rifles en sus hombros”.
Respaldada por la Unión Soviética y Cuba, la vecina Nicaragua estaba trabada en una guerra sangrienta con los rebeldes de la “Contra”, financiados — secretamente, en su mayor parte — por el gobierno de Estados Unidos. El conflicto no conocía fronteras, habiéndose llevado 100.000 vidas en Guatemala y amenazando explotar con igual fuerza en El Salvador. A pesar del éxito de Costa Rica en evitar conflictos armados, los rebeldes nicaraguenses y salvadoreños amenazaban con acampar en Costa Rica y llevar la guerra dentro de sus fronteras. Permaneciendo firme, el Dr. Arias mantuvo a ambos ejércitos en un aprieto, impulsando con toda la fuerza la paz en la región.
Después de ganar las elecciones, mientras se preparaba para su presidencia, el Dr. Arias Sánchez viajó por Centroamérica y Sudamérica, invitando a los jefes de estado a unirse a él en San José, la capital de Costa Rica, para su investidura. Como resultado, los presidentes de nueve naciones latinoamericanas estuvieron con él el día de la toma de posesión del cargo. Se reunió con ellos: pidió un acuerdo para defender la democracia y la libertad, dando énfasis en que todos los centroamericanos tiene derecho a las mismas libertades y garantías sociales y económicas inherentes a la democracia, que las personas de cada nación, mediante elecciones libres y justas, tengan el derecho a elegir el tipo de gobierno que piensen que es el mejor; y sólo el deseo de la gente podría ser el factor determinante.
El presidente Arias estaba decepcionado de que sus colegas fracasaran en forjar un acuerdo, pero su reunión les llevó a pensar de forma diferente. Considerando todo el trabajo que hizo falta para reunir a un grupo tan diverso, muchos en una situación similar podían haber dado un paso atrás o incluso haber abandonado. Pero no el presidente Arias Sánchez, él sabía que la comunicación cara a cara era un arma más poderosa que cualquier amenaza, pistolas o trucos; sin embargo esto requería de un mayor coraje. Él ideó un medio de ganar un acuerdo fundamental con los demás líderes latinoamericanos en 1987 cuando creó el Plan de Paz de Arias para acabar con la crisis. Llevó muchos días transmitir los beneficios, de exponer sus ideas y escuchar las de los demás. Al final, las nueve naciones firmaron el Plan.
El esfuerzo ganó el respeto de los líderes y humanitarios más allá de la tierra sangrienta que una vez fue Centroamérica. Más tarde en 1987, el Presidente Arias Sánchez recibió un Premio Nóbel por llevar paz a Centroamérica. Aceptando el honor, dijo: “Mi hijo Oscar Felipe… hoy tiene ocho años de edad. Le dije a él, y a través de él a todos los niños de mi país, que nosotros nunca recurriremos a la violencia, nunca apoyaremos soluciones militares a los problemas de Centroamérica”.
Desde que dejó el cargo, el Dr. Arias Sánchez ha viajado por el mundo llevando sus mensajes vitales a todas las personas, en especial, “La paz es un proceso que nunca termina, es la obra de muchas decisiones” y “la seguridad de la gente es un asunto de dignidad humana. Es un niño que no murió, una enfermedad que no se extendió, una tensión étnica que no explotó, un disidente que no fue silenciado, un espíritu humano que no fue aplastado”.
Estas son lecciones que todos podemos practicar en la forma de tratarnos los unos a los otros.
Estas son lecciones que todos podemos practicar en la forma de tratarnos los unos a los otros.
